Seis valores clave para un mundo sostenible.

Sabemos que el verdadero bienestar no depende de la continua acumulación de posesiones materiales, sino de desarrollar una vida llena de sentido en un contexto social cooperativo y en armonía con un entorno natural que mantenga su integridad. Necesitamos adoptar valores que nos orienten hacia el verdadero bienestar personal, social y ambiental. Para conseguir una sociedad sostenible será necesario desvincular el bienestar del mucho-tener: es decir, desvincular nuestra identidad, nuestro sentido-del-yo, de los bienes materiales, ya que de estos nunca tenemos suficiente, y basar la autoestima no en el tener sino en el ser (como ya argumentaba Erich Fromm), desarrollando una identidad más participativa, más fluida y más consciente de nuestra interdependencia con el resto del mundo.

Necesitamos reorientar todos los ámbitos de la sociedad, la cultura y la economía hacia a un nuevo horizonte que permita compaginar la plenitud personal y el equilibrio planetario. Para contribuir a visualizar este nuevo horizonte habrá que aplicarse en instaurar unos valores clave que nos sirvan de brújula a la hora de orientarnos hacia la sostenibilidad en nuestras prioridades, acciones y decisiones personales y colectivas.

No cejaremos en insistir que los valores que sirven como antídotos de las dinámicas insostenibles de hoy son los mismos valores que más contribuyen a la verdadera felicidad personal y a la cohesión social, tal como muestran numerosos estudios psicológicos y sociológicos. Por lo tanto, no se trata de escoger entre sostenibilidad ambiental, armonía social y plenitud personal. Nos encontramos en una encrucijada histórica en la que todo lo que contribuye a la responsabilidad social y ecológica contribuye también a la satisfacción personal.

Estos valores que necesitamos son, precisamente, los valores de la conciencia ecológica emergente. Lo ilustramos con una rueda de valores que muestra en su círculo central seis valores clave agrupados en tres grandes ámbitos: global, social y personal.

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En el ámbito global destacamos la conciencia planetaria y lo que llamamos revalorizar el mundo, es decir, redescubrir el mundo no como un simple almacén de materias primas sin más valor que el provecho económico que podamos extraer, sino como un prodigio de complejidad y equilibrio que tiene valor intrínseco y hace posible la continuidad de nuestra existencia. En el ámbito socialdestacamos dos tendencias que nos guían hacia un mundo sostenible: relocalizar y participar. En el ámbito personal destacamos también dos valores que contribuyen tanto al bienestar individual como al bien común: fluir y autorrealizarse.

Cada uno de estos seis valor clave lo dividimos en dos valores más específicos y lo vinculamos, en el exterior de la rueda, a un valor tradicionalmente reconocido como ideal de acción humana. En el caso de la conciencia planetaria los valores específicos son la conciencia de la interdependencia y el vivir mejor con menos, es decir, la autolimitación en el consumo para disfrutar de una vida mejor nosotros mismos y permitir una vida mejor también para los demás humanos y las otras especies. El valor tradicional que asociamos es la cordura.

En el caso del relocalizar, identificamos como valores específicos la conciencia que hay una escala apropiada para cada cosa y cada actividad, y el abanico de propuestas que redescubren el valor de lo slow, local y rural. El valor tradicional que asociamos es la humildad.

En cuanto al participar, dos aspectos detacables son el sentido de comunidad y el hacer red, vinculados a un valor tradicional como la solidaridad.

La resiliencia aprendizaje continuo son dos aspectos clave del saber fluir, que también se manifiesta en la creatividad

La autorrealización incluye la búsqueda de sentido en nuestra vida y en nuestra trabajo, a la que Donella Meadows llamaba visioning, es decir, visualizar lo que queremos. Lo podemos relacionar con la coherencia, la honestidad y la integridad.

Finalmente, la celebración de la diversidad, la reverencia por la vida y la sabiduría son aspectos clave del revalorizar el mundo.

De hecho, podemos ver estos valores como antídotos de los que nos han llevado a la insostenibilidad, es decir, los tres valores que hemos identificado más arriba como elementos del “triángulo del poder”: la expansión, la competición y el control. Concretamente, la conciencia planetaria y la relocalización contrarrestan la expansión, la participación contrarresta lacompetición, la actitud basada en el fluir contrarresta la actitud basada en el control. Por su parte, la autorrealización y el revalorizar el mundo son antídotos generales contra los valores obsoletos que nos han llevado a la insostenibilidad y la insatisfacción. Schumacher escribía que “el cultivo y la expansión de las necesidades es la antítesis de la sabiduría”. Este conjunto de los valores pueden guiarnos hacia una sociedad más sana, sabia y sostenible.

En la edición del 30 aniversario de Límites al crecimiento, Donella Maedows, Jorgen Randers y Dennis Meadows mencionan cinco “herramientas” que consideran esenciales para la situación actual y, de hecho “esenciales para cualquier sociedad que quiera sobrevivir a largo plazo”. Reconocen que estas herramientas “no salen fácilmente de la boca de los procesadores de textos o de los científicos. Se consideran demasiado ‘poco científicas’ para ser tomadas seriamente en la cínica arena pública”. Y sin embargo, se atreven a hablar. Son cinco valores que tienen su equivalente en algunos de los que hemos anunciado. Ellos hablan de visioning (visualizar lo que queremos), networking (hacer red), truth-telling (integridad), learning (aprendizaje continuo) y loving (que encaja dentro de lo que aquí llamamos revalorizar el mundo, reverencia por la vida y celebración de la diversidad).

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